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Julieta (2016)

Julieta

La última película firmada por Pedro Almodóvar, todavía en cartelera en el momento de escribir este comentario, está basada en tres relatos cortos de la premio nobel Alice Munro, protagonizados por la misma mujer a lo largo de su vida. En el primero de ellos, una mujer joven va en un tren y sufre un acontecimiento vital estremecedor que le va a condicionar su vida. Es uno de los momentos clave de la película de Almodóvar, en el que la joven Julieta (Adriana Ugarte) va a cambiar su vida y va a sufrir una experiencia que la va a condicionar de por vida, ya que le hará acarrear permanentemente con un sentimiento de culpa que se extenderá a todo lo que pase en su vida.

Julieta, en su madurez, planteándose cambios en su vida.

Julieta, en su madurez, planteándose cambios en su vida.

No me voy a extender en el comentario sobre el interés cinematográfico de la película; en mi Cuaderno de ruta le dediqué en su momento una entrada en la que ya manifestaba que el filme, sin estar mal, no había bastado para reencontrarnos, o al menos para reencontrarme, con el Almodóvar que tanto nos emocionó, nos inquietó o nos divirtió en los años 80 y 90. Parece que el nuevo milenio no le ha sentado especialmente bien. Pero es cierto que ese ambiente ferroviario de ese episodio que se traslada y se hispaniza en la película del manchego hace que la película merezca estar en mi colección dedicada al ferrocarril en la historia del cine.

Pero un encuentro casual en la calle con una antigua amiga de su hija le hace replantearse toda su vida... y recordar el pasado.

Pero un encuentro casual en la calle con una antigua amiga de su hija le hace replantearse toda su vida… y recordar el pasado.

Hablaremos por lo tanto del…

Interés ferroviario

La acción de la película abarca un período de tiempo de 30 años en la vida de su protagonista, Julieta. Desde 1985, cuando es una joven profesora sustituta de lenguas clásicas, hasta 2015 (interpretada en ese momento por Emma Suárez), en el que un encuentro casual por la calle le va a hacer recordar su vida.

En ese recordar el pasado, la encontraremos con veintitantos años en el compartimento de un tren con decoración ochentera.

En ese recordar el pasado, la encontraremos con veintitantos años en el compartimento de un tren con decoración ochentera.

El episodio que reproduce el relato corto de Munro que transcurre parcialmente en un tren se corresponde a la época de los años 80, para lo cual se ha buscado entre el material preservado de Renfe alguno que se adecue a la época. Y se ha encontrado en la composición de material tractor y rodante que tiene preservado la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid, entre el cual tenemos una locomotora de la serie 269, omnipresente en las líneas electrificadas en esa época, y una colección de coches de viajeros con distintas libreas que se utilizaron en esa época, tanto en colores marrón y beige como en azules y amarillos.

Y si en su compartimento, encontrará a un hombre que trastornará su vida, en el coche restaurante encontrará al que, tal vez, sea el amor de su vida. O no.

Y si en su compartimento, encontrará a un hombre que trastornará su vida, en el coche restaurante encontrará al que, tal vez, sea el amor de su vida. O no.

Cierto es que ferroviariamente lo más llamativo es la locomotora. Porque no es una 269 cualquiera. Esta serie de locomotoras, conocidas como japonesas por ser ese su país de origen, y de hecho tiene un figura rectangular muy propia de los trenes nipones de los años 60 y 70, fue muy popular en España. Se fabricaron 265 locomotoras, con distintas características, aunque con el mismo aspecto externo. A estas alturas se consideran obsoletas, aunque alguna debe quedar por ahí rodando. Lo qué sí es cierto es que dos de ellas han sido preservadas como material histórico. Y una de ellas es la 269.604 que aparece en la película. Esta no tiene el aspecto externo del resto. Siendo una de las últimas fabricadas y recibidas a principios de los años 80, fue reformada y carenada para permitir su circulación hasta 200 km/h. Por lo que tiene un aspecto particular, que junto con alguna decoración alusiva hicieron que recibiera el nombre del «Gato Montés».

Tren de los 80

Imagen de la locomotora preservada con los coches de la serie 9000 en una fotografía de Ángel González Galván (Todos los derechos reservados), en la estación de Chamartín.

Las escenas ferroviarias se filmaron en una estación abandonada de la provincia de Toledo, cuyo nombre no he conseguido averiguar la estación de Algodor, que está justo al final del moquillo que le sale a la provincia de Madrid mirando a Toledo. Y que de hecho, si te vas a dicha estación y estornudas con retroceso, te sales a la provincia de Toledo.  Si alguien lo sabe, ya me dirá.

En cualquier caso, quedamos a la espera de que en un futuro Almodóvar nos demuestre que sigue sabiendo hacer películas como las de antes. De momento, a este largometraje no le voy a dar más que 3 estrellas: ***

La película también tiene escenas rodadas en el Pirineo Aragonés... que está muy bien... por si alguno no se ha enterado.

La película también tiene escenas rodadas en el Pirineo Aragonés… que está muy bien… por si alguno no se ha enterado.

Paperman (corto; 2012)

Paperman (corto; 2012)

La introducción en mi colección de películas sobre el ferrocarril en la historia del cine de Breve encuentro, me llevó a pensar en este corto de la factoría Disney dirigido por John Kahrs. Hasta el momento no había incluido ningún cortometraje de ficción en esta colección, y menos de animación. Supongo que tiene que haber un montón. Pero he decidido dedicarle una entrada aunque sea también de corta extensión.

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El cortometraje nos cuenta la historia de un encuentro casual, en algún momento de los años 50 o principios de los 60, en lo que parece ser Nueva York, entre un joven oficinista y una guapa joven. El encuentro casual se produce en una estación de metro sobreelevada. Y aunque la simpatía entre ambos jóvenes surge de inmediato, parecería que todo iba a quedar en un «breve encuentro». Pero las cosas del destino, y la cabezonería de unos avioncitos de papel, devolverán a ambos protagonistas a la estación de metro donde todo empezó… y dónde todo puede seguir.

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Curioso cortometraje de animación en «blanco y negro» salvo alguna nota de color, rojo, que nos devuelve a través de las estaciones y los viejos trenes metropolitanos a tiempos que no sé si serían mejores o peores,…  pero que parecía más elegantes.

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Y es que yo a este cortometraje le voy a dar unas simpáticas 4 estrellas: ****.

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Breve encuentro (1945)

Brief Encounter (1945)

Recientemente quedamos absolutamente encantados con la película Carol, que podéis encontrar en mi colección dedicada a la fotografía en el cine. Esta romántica película es un ejemplo clásico de los que Picasso decía, que «había robado» todo lo que había podido en el mundo del arte a la hora de realizar sus obras. «Robar» es tomar las ideas de otros, hacerlas suyas, y dedicarlas a sus propios fines. Por lo tanto, a partir de un «robo» se puede establecer una obra original y creativa. Carol tiene muchas influencias, pero claramente «roba» desde su escena inicial de la película que os traigo aquí hoy, dirigida por el británico David Lean, cuyas escenas claves transcurren en una estación ferroviaria, y que es probablemente una de las más excelentes películas románticas de la historia del cine.

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Una carbonilla en un ojo, y el conflicto romántico está montado.

Argumento

Laura Jesson (Celia Johnson) es un ama de casa que se desplaza todos los jueves desde su domicilio a una ciudad cercana, realiza sus compras, se encuentra con alguna amistad y ocasionalmente ve alguna película de cine. Cuando vuelve a su casa, para en el café de la estación a tomar un té hasta que sale su tren. Un día, una mota de carbonilla se introduce en su ojo al pasar un tren, y el Dr. Alec Harvey (Trevor Howard) se presta diligentemente a auxiliarla. El Dr. Harvey también pasa los jueves en la ciudad. Es médico general en una población de los alrededores, pero los jueves atiende en el hospital para mejorar su preparación y estudiar algunos casos. Seguirán coincidiendo ambos los jueves. Y entre ambos surgirá algo más profundo que una bonita amistad. Pero ambos están casados, tienen hijos y responsabilidades.

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Una mano en un hombro, encargada de decir muchas cosas sin palabras, algo que es «robado» en «Carol».

Interés ferroviario

La estación donde se conocen los dos protagonistas de la película, Milford Junction, es una estación ficticia. Pero es una estación como muchas de las que se encuentran por el Reino Unido que sirven de paso a las muchas personas que se trasladan entre poblaciones más o menos cercanas utilizando el transporte ferroviario. Y más en la época de la película, que se estrenó en 1945. Epoca de trenes arrastrados por locomotoras de vapor, con el estilazado aspecto de los trenes británicos por el menor galibo de los mismos comparados con los de otras nacionalidades.

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Los andenes de «Milford Junction» en las escenas iniciales de la película.

Pero en aquellos años, durante el rodaje de la película, el Reino Unido se encontraba en guerra. La localización buscada para representar la estación fue la de Carnforth. En los coches de los trenes vemos las iniciales LMS, del London Midlands and Scottish Railway, compañía que operaba los trenes en esa zona. Carnforth se encuentra en Lancashire, en la costa occidental de Inglaterra, y se encontraba lo suficientemente alejada de las zonas de bombardos, por lo que fue seleccionada por el Ministerio de Transportes para realizar el rodaje. Este sea hacía entre las 22:00 horas y las 6:00 del día siguiente, para no interferir con el tráfico diurno, muy importante, especialmente en lo que se refería al transporte de tropas y mercancías para la guerra. Su localización también permitía que no se viese afectado por el obligatorio apagón nocturno ante el riesgo de bombardeos, escasos a esas alturas de la guerra.

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Algunos de los habituales de la cantina de la estación, escenario de momentos clave del filme, y escenario único de la obra teatral en que se basa.

La estación se encuentra preservada y restaurada, incluido «the Refreshment Room», la cantina de la estación donde transcurren algunas de las escenas claves de la película. Siempre he envidiado la capacidad de los británicos para preservar su historia.

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Quizá una de las escenas más famosas de la película, en la que los dos protagonistas, conversa a pie del tren que lleva a Laura a su hogar.

Interés cinematográfico

Es adaptación de una obra breve teatral, aunque con algunas variantes que dotan de menos ambigüedad a la historia de los dos enamorados. Una de las características del romance es que afecta a dos personas corrientes, alejadas del mundo de la fama, de la moda o de profesiones brillantes. Una sencilla ama de casa y un médico general en un pueblo o pequeña ciudad de provincias. Algo muy de acuerdo con el espíritu de austeridad exigido en la época de guerra. Si bien la acción se sitúa unos años antes de la misma.

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Los dos protagonistas han tomado conciencia de que son algo más que amigos,… y que algo más que una relación platónica puede suceder.

Destaca el filme por un guion que funciona como un mecanismo de precisión, aunque en ocasiones la voz en off da más explicaciones de las necesarias. Probablemente buscando eliminar esas ambigüedades que mencionaba. Y es también más que notable la dirección de fotografía, que dota a la estación de tren de una iluminación y una atmósfera muy especiales.

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Magnífica la dirección de fotografía de Robert Krasker

Por supuesto, ambos intérpretes, la poco conocida en nuestro país Celia Johnson y el más populas Trevor Howard componen unos excelentes trabajos que dan mucha credibilidad a la historia.

En resumen, una película de las que necesariamente hay que ver. Y es que yo le voy a dar las 5 estrellas: *****, reservadas a las películas imprescindibles.

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La escena final del filme no involucra sin embargo a los dos protagonistas, es Laura quien muy seria se encuentra sentada junto a su afectuoso, aunque aburrido, marido.