Days of Heaven
Película que veo en la sesión organizada por una asociación sociocultural de Zaragoza en el salón de actos de un centro de educación de adultos. La proyección forma parte de un ciclo dedicado a los directores de fotografía, y la película de Terrence Malick es elegida, además de por sus indudables virtudes cinematográficas, por que meritoriamente consiguió un óscar a la mejor dirección de fotografía, que fue a parar al español exiliado Néstor Almendros. Pero además de eso, la película presenta un indudable interés ferroviario, por lo que es añadido a mi colección sobre el ferrocarril en la historia del cine.

Comenzaremos nuestra historia en las regiones industriales del norte de los Estados Unidos, donde no faltan motivos ferroviarios entre las grandes industrias metalúrgicas.

Pero pronto nos trasladaremos con un tren de obras hacia las praderas tejanas.
Argumento
Estamos en la segunda década del siglo XX, en 191… lo que sea. Bill (Richard Gere) se ve obligado a dejar su trabajo en una industria, y con su novia Abby (Brooke Adams) y su hermana Linda (Linda Manz), se trasladan a las plantaciones de cereales de Tejas, donde serán contratados para la temporada de la cosecha. Bill y Abby se harán pasar por hermanos para evitar problemas. El terrateniente (Sam Shepard) se fijará en la chica, y ambos amantes, en la creencia de que el granjero está gravemente enfermo y morirá pronto, deciden dejar que corteje a Abby y al final se case con ella. Pero la estrategia mostrará debilidades que complicarán la historia.

No hay lujos para los trabajadores, jornaleros, de principios del siglo XX. Viajan sobre el tejado de los vagones ferroviarios.

Aunque a los dos amantes protagonistas de la película no parece importarles. Son felices cuando están juntos.
Interés ferroviario
Las enormes extensiones de los Estados Unidos hicieron que el ferrocarril fuera un elemento fundamental para el desarrollo del país. Tanto para acercar y distribuir a las gentes por todo el territorio como para evacuar las materias primas y las mercancías hacia los centros de consumo y hacia los puertos para la exportación. Veremos por lo tanto llegar a los jornaleros subidos a los vagones de un tren de obra. Veremos los silos de grano junto a la vía para cargar los trenes con el cereal. Veremos incluso un tren presidencial, utilizado por Woodrow Wilson para recorrer el país. Veremos también hacia el final de la película a los soldados norteamericanos montar en los trenes que se dirigen a los puertos donde embarcaron para la guerra en Europa.
Todo esto está muy bien salvo,… que la película se rodó en Canadá, en la provincia de Alberta. Bien es cierto que el papel que desarrollaron los ferrocarriles para el avance de la sociedad canadiense fue similar. Pero incluso los vagones de los trenes que vemos, se ven en ocasiones señalados con la siglas CP, Canadian Pacific. Cuestión menor, ya que la verosimilitud de la película no se ve afectada en líneas generales por este hecho.

El tren de obras, por supuesto con tracción de vapor, incluye una poderosa grúa para los trabajos pesados.

El último tramo, desde la línea ferroviaria a la hacienda, lo harán los jornaleros caminando o en carretas.
Interés cinematográfico
Aunque celebrada por la crítica, apenas tuvo éxito comercial en su momento. Las películas de Malick no son de fácil digestión. Con frecuencia están llenas de metáforas, de simbolismos que no siempre son evidentes. Tienen siempre un tono poético independientemente de la trama argumental. A pesar de que parece un drama romántico, con el típico triángulo amoroso, lo cierto es que la película tiene mucho de reflexión moral. Las diferencias sociales y económicas de la muy liberal Norteamérica de principios de siglo XX, la pobreza mezclada con el deseo de libertad, provocan decisiones éticas difíciles de juzgar desde otros puntos de vista. Pero no desdeñemos la parte romántica de la película. Los sentimientos confusos y los celos van a condicionar el desarrollo de la trama.
Evidentemente, uno de los grandes atributos de la película es la fotografía de Almendros. Formado con prestigiosos directores de la nouvelle vague, partidario acérrimo de la luz natural, de la fotografía sin artificios, la iluminación de la película, influenciada por el estudio de grandes pintores de todas las épocas es de un virtuosismo que ya por sí misma justifica la visualización del filme.
Desde luego, no hace falta decir que le pongo una nota alta, le pongo 4 estrellas: **** (aunque tendiendo a cinco, quizá la interpretación me parece que no está del todo a la altura del resto del filme).

Los protagonistas salen a la línea ferroviaria para asistir al paso del tren presidencial, con Woodrow Wilson recorriendo el país.

Una plaga de langosta, magníficamente filmada, marcará el punto crítico para el desenlace del filme, en el que se deshará el triángulo amoroso, triángulo rectángulo ya que afecta a los amores de dos catetos hacia una única hipotenusa.

El final de la película también tiene un sabor ferroviario, con la joven Linda caminando con una amiga por las vías alejándose hacia un futuro indefinido y, probablemente, imperfecto.